La conexión humana será fundamental para el futuro del trabajo híbrido

La vuelta a la oficina nos da la oportunidad de priorizar la empatía y la comprensión en el trabajo

WeWork 12130 Millennium Dr en Los Ángeles, CA (EE. UU.). Fotografías de WeWork

Este artículo apareció originalmente en El Mundo.

Sentados en círculo, al calor de una hoguera, los primeros humanos de la prehistoria ya se integraban para organizarse, compartir sus experiencias, hacer planes y transferir conocimientos de una generación a otra. La conexión humana, la empatía y la comprensión han conformado desde siempre la base del trabajo colaborativo y el germen de las ideas más destacadas, desde obras de arte revolucionarias hasta descubrimientos científicos visionarios.

Hoy en día, a pesar de la velocidad de vértigo a la que van la digitalización y el trabajo a distancia, sigue existiendo esa necesidad primordial de crear comunidad, aprender y enseñar, porque la experiencia humana constituye el núcleo de nuestro bienestar.

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No es ningún secreto que el intercambio puramente virtual no puede sustituir la experiencia de integrarse como equipo de manera física. En este sentido, la nueva normalidad, mediada por el intercambio a distancia, también debe contemplar salidas para satisfacer el impulso natural de unirse en persona con el fin de lograr metas y objetivos.

Por otro lado, aquellos que tienen la suerte de disponer de un entorno ideal en el que trabajar desde casa tienen más probabilidades de lograr el nivel de productividad deseado. Sin embargo, este no es el caso de muchas de las personas que trabajan desde su hogar.

En este contexto, las organizaciones se enfrentan a dos requisitos; uno de ellos implica satisfacer las necesidades emocionales de los empleados para trabajar en grupo; el otro conlleva proporcionarles las condiciones adecuadas tanto de espacio como de infraestructura para llevar a cabo sus tareas.

¿Qué pasa entonces cuando el trabajador tiene la oportunidad de reunirse físicamente con su equipo? ¿Qué sucede si las empresas liberan a sus empleados de la carga de una soledad no solicitada, en la que el trámite de las reuniones virtuales se reduce al escenario de planificar reuniones, silenciar micrófonos y esperar su turno mientras en realidad tienen la mente puesta en qué van a preparar para comer en casa?

A través de nuestra experiencia en WeWork, hemos observado que la mayoría de las organizaciones que han dado un paso adelante con éxito en la modalidad virtual tienen claros dos aspectos. Primero, no es necesario volver al anquilosado modelo de oficina centralizada, y segundo, un buen colaborador puede ser productivo en cualquier lugar si tiene las condiciones para rendir, ya sea disponiendo de una sala de reuniones cómoda y luminosa para intercambiar opiniones, o bien de una conectividad que elimine la ansiedad de sufrir una conexión a internet inestable.

WeWork 50 Carrington St en Sídney.

En WeWork sabemos, por nuestra amplia experiencia e investigación, tras el «trabajo en casa» forzado al que muchos trabajadores se vieron abocados en 2020, que la limitación del intercambio humano y el confinamiento de los trabajadores en su espacio doméstico provocaron gran ansiedad, depresión y estrés, algo que no pasó desapercibido para la sensibilidad de los responsables de organizaciones que se preocupan por la salud mental de sus empleados.

El mayor aporte que pueden hacer los responsables de las organizaciones a los trabajadores es devolver la humanidad al espacio de trabajo, sin perder de vista las oportunidades que brinda la virtualidad gestionada con inteligencia e intención. Los responsables de la toma de decisiones ahora tienen la opción de centrar su atención en las personas, a fin de que puedan intercambiar opiniones y puntos de vista en un entorno controlado, óptimo para el trabajo cara a cara, como el que ofrece un espacio colaborativo equipado con las mejores condiciones de infraestructura para garantizar un alto rendimiento laboral.

Sin duda, es el momento perfecto para dar ese salto cualitativo a un modelo híbrido y flexible en el que el trabajo virtual no pierde el sentido social intrínseco. La conexión humana es mayor cuando las partes salen de sus entornos particulares y viven una experiencia colectiva, cuando los compañeros se enfrentan de forma natural al reto de dar lo mejor de sí mismos como resultado de la interacción directa.

Es evidente que el entorno de trabajo actual ya no se parece a lo que era. La vida laboral de hoy va más allá: es una página en blanco para capturar el potencial de un modelo de rendimiento híbrido capaz de maximizar las oportunidades tecnológicas de productividad, eficiencia y rendimiento. Pero también es capaz de acoger nuestra naturaleza humana colectiva, al convertir la empatía en una experiencia de aprendizaje y la interacción humana en una posibilidad de progreso constante.

Rashid Sauma es director de área de WeWork y reside en Costa Rica.

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