Los viajes en ascensor abrieron nuevas puertas a un miembro de WeWork

Lo que comenzó como una conversación trivial en WeWork acabó llevando a un escritor a crear una empresa nueva

Kevin Freidberg trabaja en una oficina privada en WeWork 729 N Washington Ave, en Mineápolis. Fotografías cortesía de Mark Brown

Hace unos años, Kevin Freidberg, fundador de 7-Second Websites, se unió a un grupo de escritores en línea. Este copywriter de Mineápolis había estado trabajando desde casa durante casi una década y echaba de menos la sensación de pertenecer a una comunidad. «Cuando trabajas a tiempo completo como asalariado, tienes acceso a todo: ayuda, ideas e inspiración. Sin embargo, cuando trabajas por tu cuenta, todo eso desaparece», explica Freidberg.

Para seguir construyendo su comunidad, Freidberg se unió a WeWork 729 N Washington Ave en 2019. Comenzó trabajando en un espacio flexible y compartido en un espacio común y pronto descubrió que disfrutaba de la sensación de estructura y de la separación entre la vida laboral y personal asociadas a ser miembro de WeWork. A continuación, quiso conectar con otros miembros. 

Cómo iniciar una conversación

En ese momento, Freidberg acababa de obtener una certificación en un tipo de copywriting llamado StoryBrand, una estrategia que permite aclarar la declaración de objetivos de un negocio, y trabajaba para diferentes marcas. Decidió colocar el libro sobre StoryBrand detrás de su portátil mientras trabajaba, para que la gente pudiera verlo al pasar y eso le permitiera entablar una conversación con la que conocer a gente nueva. «Esta fue mi forma de decir «hola, me encantaría hablar contigo, estoy aquí»», explica. 

Fue una buena forma de comenzar una conversación. «La gente empezó a acercarme a mí y a decirme que había leído ese libro sobre StoryBrand y me preguntaba si estaba bien y si funcionaba». 

Estas conversaciones llevaron a charlas en torno a un café y, de esta forma, Freidberg hizo su primer grupo de amigos, con los que sigue manteniendo el contacto y con los que almuerza todas las semanas. 

Freidberg usa todos los espacios de trabajo disponibles que ofrece WeWork, lo que incluye los espacios comunes y las cabinas telefónicas.

Pero esta no fue la única estrategia que Freidberg usó para que le conociesen. También decidió que iniciaría una nueva conversación cada vez que usara el ascensor en el edificio. Le preguntaría a cada persona por su trabajo. Sin embargo, al llegar al momento en el que tenía que explicar su trabajo, se dio cuenta de que no era fácil hacerlo en unos segundos. Cuando explicaba que hacía una combinación de redacción y marketing, recibía una respuesta del tipo «qué interesante» poco convincente. Freidberg decidió mejorar su discurso. Quería que la gente supiera con rapidez, en cuestión de segundos, lo que hacía. El ascensor iba a ser su campo de entrenamiento. 

Después de varios meses probando con diferentes frases en sus viajes en ascensor, un día dijo: «Escribo sitios web». Era algo sencillo y que funcionó. Freidberg podía estar hablando con cualquier persona, incluso en el momento en el que la puerta estuviera a punto de abrirse y, si le preguntaban a qué se dedicaba, podría responder antes de salir del ascensor. 

Cómo ayudar a otras personas a decir lo que quieren decir

Muy pronto, Freidberg se ganó una reputación en WeWork como el chico que escribe sitios web. «Por algún motivo, el 80 % de las veces, la gente le decía que necesitaba un sitio web», explica sobre la gente con la que hablaba. «A veces, me hacían bajarme en su planta para hablar y terminábamos reuniéndonos más tarde para hablar de negocios». 

Poco después, Freidberg compartió ascensor con otro miembro de WeWork que le contó que dirigía una startup dedicada a la salud mental que trabajaba en el ámbito de la depresión. A su vez, él explicó que escribía sitios web y añadió que había tenido problemas de depresión en el pasado. «En ese momento, la chica sacó su teléfono y me preguntó «¿te viene bien el martes que viene?» Puedo hablar contigo a las 4», recuerda. «Fue como, «claro que sí, genial»».

Freidberg sonríe al compartir esta historia: es su favorita. «Este fue el primer trato que cerré en WeWork», explica. «Sigo trabajando con esta empresa y son increíbles».

A Freidberg le fascina la gente y lo que hace para ganarse la vida. También es el tipo de persona que parece conocer a todo el mundo. Así que, cuando perfeccionó su discurso de ventas para ascensor, le pareció lo más natural del mundo compartir su técnica con otras personas para que pudieran hacer lo mismo. Este proceso se convirtió en la base para el primer taller que impartió en WeWork Labs, donde ayudó a los participantes a aprender a contar a la gente lo que hacen en siete segundos o menos. 

Cuando hizo su primer taller, solo asistió una persona: una gerente de comunidad de WeWork que necesitaba su ayuda. Freidberg entró en acción y, al final de la sesión, la gestora había encontrado las palabras para describir su trabajo y la misión de su equipo. «Su cara se iluminó», explica. «Me he vuelto adicto a guiar a la gente a través de este proceso de tres preguntas. Todo se centra en el cliente, no en ti». Freidberg ha organizado muchos WeWork Labs desde entonces (y espera realizar más en el futuro). Asimismo, sigue usando este primer ejemplo a modo de plantilla para sus talleres. 

Trabajar en un edificio de WeWork ha ayudado a Freidberg a conocer a nuevos clientes.

El año pasado, Freidberg decidió contar con su propia oficina. Su negocio estaba creciendo y, teniendo en cuenta los requisitos de distanciamiento social, contar con su propio espacio le pareció lo más lógico. 

En la actualidad, Freidberg trabaja en una soleada oficina para tres personas, justo al final del pasillo de un amigo. Bromea y dice que puede ser algo espacioso para una sola persona, pero que disfruta del espacio extra y de la posibilidad de recibir a invitados. Algunas veces, invita a alguien para que le acompañe a lo largo del día, trabajando en silencio, y después llevan a cabo lluvias de ideas durante la tarde. Cuando hace una pausa para descansar, se pasea por el resto de la planta, descubre nuevas oficinas y lo que hacen otras empresas.

A lo largo del tiempo, a medida que Freidberg estableció más relaciones con otros miembros de WeWork y del equipo, y amplió su base de clientes, su visión de negocio se consolidó. Eso le ha llevado a cambiar el nombre de su empresa: 7-Second Websites (sitios web en 7 segundos). ¿El objetivo? Comunicar los objetivos de sus clientes en sus sitios web en siete segundos o menos. Freidberg ayuda a los propietarios de empresas a decir lo que quieren contar de forma sencilla y rápida, de una manera que entusiasma a los clientes potenciales. 

Resulta que el nombre tenía un significado adicional. Al principio, lo eligió porque le parecía el adecuado. «Solo mucho más tarde, como seis meses o así, me di cuenta de que estaba en la séptima planta del 729 de Washington Avenue. Me parece que lo de la coincidencia del número es genial. Es un número de la suerte».

Leeron Hoory es un escritor afincado en la ciudad de Nueva York que cubre temas inmobiliarios, política y tecnología. Su trabajo ha aparecido en Quartz, The Village Voice, Gothamist, Slate y Salon, entre otros.

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