A medida que las facultades y universidades siguen abordando los desafíos generados en tiempos de pandemia, se está estableciendo una nueva realidad lentamente: no se trata de una crisis a corto plazo. Las universidades están viendo cómo enseñar y alojar a los estudiantes de manera segura, cómo proporcionar a sus profesores y al resto de personal lugares seguros donde trabajar, y cómo mantenerse solventes. Las soluciones urgentes a corto plazo han comenzado a fusionarse con mejoras necesarias desde hacía tiempo en la empresa de los estudios superiores, y todo es para mejor.
Una instrucción más significativa es una parte crucial de la conversación actual. Innovadores que han trabajado en el largo plazo están ahora guiando a colegas que de repente desean fervientemente averiguar cómo sentirse cómodos con la enseñanza en línea; no solo como una manera de transmitir información, sino también como una plataforma para el intercambio real de ideas, la creación de comunidad y el fomento de la curiosidad.
Pero lleva tiempo desarrollar el ritmo de enseñanza fuera del aula, del laboratorio y también mucha creatividad. El COVID-19 está llevando a decenas de miles de profesores creativos y con talento de la vieja escuela a profundizar en los medios digitales por los que muchos habían pasado de puntillas, y están aprendiendo cómo enseñar y aprender de una manera diferente, lo cual es esperanzador. Cabe esperar mucha celebración en torno a los nuevos enfoques y las mejores prácticas en los próximos meses, así como un renacimiento de la vitalidad en las «aulas», sea cual sea la nueva forma que adopte esa nueva cosa "deconstruida".
Las universidades serán más asequibles
Por fin ha llegado el momento en el que el coste ascendente de los estudios superiores se está abordando seriamente. Por supuesto, a corto plazo, el coste operativo de facultades y universidades está aumentando. Están surgiendo nuevas aulas montadas en tiendas de campaña en los campus de universidades como los de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans o la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, con un coste significativo. Residencias y aulas des-densificadas están aumentando los costes por estudiante para las instalaciones. E incluso en los lugares en los que algunos costes han caído debido a que grandes grupos de estudiantes reciben sus clases en línea, la pérdida de ingresos que generan residencias y comedores es demoledora para los presupuestos universitarios.
Ante estos desafíos, algunas universidades se han centrado en el largo plazo y han reducido los costes directos para los estudiantes: la Universidad Pacific de Seattle acaba de reducir la matrícula para el curso académico 2021-22 un 25 por ciento. Williams College, una facultad con una buena dotación económica, ha reducido la matrícula de este año un 15 por ciento, y la luchadora Universidad de Southern New Hampshire, recortará el coste del próximo curso en un 60 por ciento.
Las clases en línea tienen ahora un mayor grado de aceptación
Más allá de esos titulares, hay una nueva flexibilidad en la disponibilidad de los cursos que se está extendiendo a los estudios superiores, lo que supondrá una gran diferencia para los estudiantes. Durante años, varios programas en línea, pioneros en universidades como la Universidad de Maryland o la Universidad de Harvard, han mantenido su presencia principalmente en las viejas divisiones de la educación continua y comunitaria, como la Extension School de Harvard.
Si bien comparten parte del rigor y cierto grado de participación del profesorado con sus campus tradicionales, estos programas se han distanciado durante años de las principales marcas, en especial en las universidades más elitistas, debido con frecuencia a la preocupación de asociar a sus estudiantes universitarios con la percepción de un rendimiento más bajo y de un perfil de estudiantes mayores. Pero eso ha dejado de ser así. De repente, las clases impartidas en línea se han integrado en prácticamente todos los programas de todas las universidades. Las universidades no tienen otra alternativa.
Los administradores de universidades que van desde el sistema de la Universidad de California a la Universidad de Northeastern de Boston tienen previsto ofrecer a los estudiantes más opciones para combinar cursos en línea con clases en las aulas más o menos para siempre. ¿Y qué hay de esa introducción a una clase de psicología para 200 personas? No volveremos a verla (principalmente por motivos de salud), al menos no en su forma tradicional. Cabe esperar una combinación de clases en línea con asignaturas en las que podrían matricularse decenas de miles de estudiantes (un modelo validado por Coursera y cursos en línea masivos y abiertos, MOOC por sus siglas en inglés) y secciones de discusión más pequeñas en la vida real.
Estos cambios tendrán un efecto importante en la asequibilidad de los estudios superiores. Para los estudiantes, este coste tiene dos caras: el dinero que pagas y el dinero que dejas de ganar. Desde la madre soltera, que no puede permitirse el lujo de utilizar la guardería con un coste que duplica el de la matrícula, al futuro estudiante de Máster, que no puede prescindir durante dos años de un sueldo sustancial, los estudiantes han estado haciendo lo que los consultores de gestión denominan matemáticas del coste total de propiedad, o TCO por sus siglas en inglés, desde hace décadas y determinando que hay muy pocas maneras de pagar el coste de la matrícula al tiempo que se renuncia a los ingresos y se acumulan nuevos gastos.
La oportunidad de matricularse en algunas o todas las asignaturas de programas universitarios principales en universidades de renombre (no en la periferia, sino en sus centros) y poder seguir trabajando será muy valiosa para millones de personas.
Y, por supuesto, una mayor asequibilidad significa mayor diversidad, ya que, con la caída del coste total de los títulos universitarios, un mayor número de estudiantes atrapados en la parte inferior de la pirámide económica podrá acceder a estudios superiores. Eso es una gran ventaja para la mayoría de las facultades y universidades.
Nuevas maneras de dirigir las universidades
Para universidades que van desde la Universidad de Maryland hasta la Universidad Purdue en Indiana, contar con programas en línea con un buen diseño y con el soporte necesario les aporta miles, incluso decenas de miles, de estudiantes nuevos. Muchos de los programas de mayor éxito utilizan un modelo híbrido que reúne a grupos de estudiantes en el campus unos días durante el cuatrimestre, tal y como ha hecho Northeastern acertadamente en muchos de sus programas de posgrado. Las universidades también se están asociando con centros locales y comunidades de coworking como WeWork para crear zonas de aprendizaje cerca de grupos de estudiantes.
La Universidad de Londres cuenta con un amplio y exhaustivo catálogo que se ofrece exclusivamente en línea desde hace ya casi 20 años. Como pioneros en esta estrategia, ha aprendido que los socios locales añaden un gran valor al proporcionar una comunidad física que ayuda a los estudiantes a aprender más, a no dejar sus estudios y a desarrollar una comunidad. Cabe esperar que un mayor número de facultades y universidades en Estados Unidos siga ese liderazgo y encuentre un mejor futuro en el proceso.
Peter Temes es el fundador y presidente de The Institute for Innovation in Large Organisations. Ha sido presidente de la Antioch New England Graduate School, decano y director ejecutivo del campus en la Universidad de Northeastern y profesor de la Universidad de Harvard. Es autor de varios libros y ha escrito sobre educación para The New York Times, The Chronicle of Higher Education y Education Week.