Te contamos cómo una ejecutiva de ventas encontró una nueva rutina y espacios de trabajo nuevos

Trabajar desde un piso concurrido estaba lejos de ser una situación ideal. All Access ofrecía el equilibrio laboral y personal que tanto necesitaba

Las formas en que trabajamos han cambiado radicalmente. Las reuniones virtuales y las oficinas remotas se han convertido en la norma en los lugares de trabajo. ¿Cómo mantienen las personas el equilibro laboral y personal cuando no existe separación entre el hogar y la oficina? ¿Cómo mantienen la concentración ante las preocupaciones sobre la salud y la seguridad? En El nuevo mundo del trabajo las personas comparten sus historias sobre cómo están afrontando y alcanzando el éxito en sus vidas profesionales gracias a herramientas como WeWork All Access en la nueva normalidad.

Durante la pandemia, Sarah Crabbe había mantenido una actitud positiva acerca del trabajo en remoto obligatorio hasta principios de septiembre. Tras dejar el piso que compartía con su marido y su hijo de cuatro años en la ciudad de Nueva York y trasladarse a un espacio más grande en Nueva Jersey donde pasar el verano, Crabbe, vicepresidenta de ventas de publicidad, consiguió aguantar la política de su empresa. Sin embargo, al final del verano le comunicaron que su lugar de trabajo mantendría el trabajo en remoto al menos hasta marzo de 2021. 

«En cuanto regresé a la ciudad el primer fin de semana de septiembre, pensé, vale, tengo que encontrar una alternativa, esto no está funcionando», dijo.

Para Crabbe y muchas otras familias, el COVID-19 ha alterado una rutina que funcionaba a la perfección. Esta era la suya: a las 5:40 de la mañana sonaba el despertador y salía de casa para ir a clase de barre a las 6 de la mañana. Su hijo se despertaba más o menos cuando ella regresaba, por lo que tenía tiempo suficiente para arreglarse para el día y salir por la puerta a eso de las 8 y media de la mañana. Llegaba a su oficina de Midtown a las 9 de la mañana, una vez allí alternaba reuniones, almuerzos con clientes y trabajo que requería toda su atención en la oficina hasta las seis de la tarde. 

Cuando ella y su marido empezaron a trabajar desde casa en el mes de marzo pasado, se despertaba cuando su hijo se despertaba («…por desgracia, es pronto, pero no pasa nada», nos cuenta). Después de hacer ejercicio online, Crabbe y su marido organizaban la zona de trabajo de las clases de preescolar online de su hijo y luego empezaba a recibir llamadas. 

Dada la imprevisibilidad del horario escolar de su hijo (un modelo híbrido que se convirtió en totalmente online en noviembre), la situación estaba lejos de ser la ideal. «Mi marido está en la cama y yo estoy aquí en la esquina del dormitorio mientras nuestra niñera está en el salón con nuestro hijo y se preparan para salir. Una vez que lo hacen, entonces mi marido y yo podemos estar en habitaciones diferentes», dice Crabbe. 

A pesar de su fuerte ética de trabajo, Crabbe cayó en las redes de las distracciones habituales cuando se trabaja desde casa, como ponerse a ordenar los cajones, codificar por colores los libros o dedicar 30 minutos a la limpieza del cuarto de baño. Estar en su piso no era desde luego el mejor ambiente de trabajo. Necesitaba un espacio más propicio para trabajar.

Estudios realizados reflejan que trabajar desde casa durante la pandemia parecía ser un éxito al principio. McKinsey informó que el 80 por ciento de las personas disfrutaba trabajando desde casa; BCG averiguó que el 75 por ciento de los trabajadores dijo que pudo mantener o mejorar la productividad durante los primeros meses de la pandemia. Pero a medida que el tiempo fue pasando, se produjo un descenso significativo en el rendimiento y la satisfacción a la hora de realizar tareas colaborativas según un estudio reciente de WeWork y brightspot strategy. Según este estudio, una gran mayoría de los encuestados (el 90 por ciento) quería regresar a la oficina al menos una vez por semana. Un informe de Oracle averiguó que el 85 por ciento de las personas indicó que durante el COVID-19, los problemas que se producían en un ambiente de trabajo en remoto estaban provocando dificultades para dormir, mala salud física, una disminución de la felicidad en el hogar y deterioro de las relaciones interpersonales.

En septiembre, un amigo y miembro de WeWork recomendó WeWork a Crabbe. Nos cuenta que WeWork fue en realidad lo único que se planteó porque conocía a alguien que había tenido una experiencia positiva aquí. Se acababa de lanzar la suscripción WeWork All Access: una opción de suscripción que permite a los miembros acceder a espacios de trabajo en cientos de ubicaciones de WeWork en todo el mundo. 

Dado que la suscripción le permite trabajar desde ubicaciones ilimitadas, ha podido utilizar espacios allí donde sus asuntos profesionales o personales reclaman su atención.Y como vive en el sur de la ciudad de Nueva York, acude principalmente a WeWork 200 Broadway o a WeWork 11 Park Place. Pero un día, después de una cita en el dentista en Midtown, aprovechó para ir a WeWork 450 Lexington Ave; otro día fue a WeWork 12 East 49th St después de almorzar con una amiga.

Crabbe ha disfrutado del diseño ligero y espacioso de la ubicación de 200 Broadway, así como de los rincones agradables y las cabinas telefónicas que le permiten realizar llamadas de teléfono privadas y celebrar reuniones. Le gusta el hecho de que el espacio esté rodeado de ventanas y que le recuerde vagamente a su antigua oficina, donde había un enorme ventanal. Cuando necesita una sala de reuniones va a 11 Park Place

Agradece poder tener por fin un espacio personal donde trabajar. «La parte divertida es que cuando todos trabajábamos en nuestras propias oficinas, siempre se pasaba alguien por la oficina y te distraía para charlar un rato», nos cuenta. «Pero esos descansos eran necesarios. Ahora, cuando voy a WeWork, como no conozco a nadie, aprovecho en cierta manera esa sensación de estar concentrada. Estoy en una oficina y me encanta». 

Los equipos de comunidad han tenido un papel esencial en su experiencia. «Tanto en 11 Park Place como en 200 Broadway, pedí que me enseñaran el espacio la primera vez que fui». «Han sido fantásticos a la hora de ayudarme.»

Gracias a su suscripción de WeWork All Access, Crabbe encontró una nueva rutina que funciona para ella. Suele acudir a ubicaciones de WeWork los lunes, los jueves y a veces los miércoles, normalmente medio día o el tiempo que necesite para hacer su trabajo. Acude a WeWork cuando no hace buen tiempo o cuando sabe que tiene un día cargado de reuniones virtuales y plazos de entrega.

Su hijo regresa de sus actividades (en el parque o de jugar) aproximadamente a las cinco y esa es la señal de Crabbe para apagar el ordenador. El momento en el que me sirvo una copa de vino es también una buena señal de que ha llegado la hora de terminar la jornada laboral. 

«Creo que la simple rutina de salir de casa es algo que realmente me gusta», dice. Salir de casa también les ha permitido a ella y a su marido conversar después del trabajo; ahora pueden preguntarse el uno al otro cómo les ha ido en el trabajo. «¿Qué has hecho hoy?»tal y como ocurría Antes De. «He oído a la gente decir que la familia lo es todo, pero no se supone que tenga que ser lo único. Así que es agradable cuando yo me voy al trabajo o él se va a dar un largo paseo en bici», nos dice, y añade que hay una enorme diferencia entre compartir un piso de 85 metros cuadrados, como es su caso, y poder desplegarse por una casa de tres plantas con sótano.

Gracias a su nuevo plan para trabajar, confía en que la transición de su hijo una vez más a clases online en exclusiva no será tan agotadora como durante la primera ola del confinamiento. Dada su nueva rutina, Crabbe dice que está segura de que usará los espacios de WeWork aun más. 

Angelica Frey es escritora y traductora especializada en arte, moda y comida. Originalmente de Milán, en estos momentos vive en Brooklyn.

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